sábado, 22 de enero de 2011

Llámalo como quieras.

El hombre era tan alto y delgado que parecía siempre de perfil. En esos momentos lo único que podía ver eran formas alargadas, borrosas, sin rostro. Notaba que el aire no entraba en mis pulmones, fuertes presiones en mi pecho, unos labios contra los míos, intentando hacerme respirar, tosí, el aire entro todo de golpe, como una fuerte patada, alguien gritaba mi nombre, “¡No cierres lo ojos, Hailie, mírame por favor, no cierres los ojos, por favor…!” Me costaba dirigir la mirada a la cara de quien hablaba, la cabeza me pesaba. Intente hablar pero lo único que salió de mi fue un leve gemido de dolor, empecé a notar el dolor, mi pierna, me dolía, cada vez más, intente moverla, y lo que sentí fue casi agonizante. Empecé a recordar, empecé a recordar lo que había sucedido, y lo único que se me vino a la cabeza en ese momento fue: “¿Cómo puedo seguir viva?”. “Lo veía todo perfectamente en mi cabeza, yo en el suelo, el edificio se precipitaba sobre mí, nadie a mí alrededor, y entre todo ese estruendo oía gritos de horror, gente que veía como en cuestión de segundos, todo se desplomaría y yo me encontraba abajo. Recuerdo como le vi correr hacia mí, sin dudarlo un segundo, aun sabiendo que si lo hacía, moriría. Recuerdo haber cerrado los ojos, no quiera ver como acabaría eso”. Levante la cabeza, vi mi pierna, en una posición poco común, mas bien, preocupante. “Y sin embargo me encontraba lejos de ahí, lejos de la polvareda y escombros acumulados. Solo con una pierna rota, cuando momentos antes, me había visto cara a cara con la muerte”. Dirigí mi mirada al rostro de quien se encontraba a mi lado, sabia a quien iba a encontrar ahí. -¿Seth?- . -Hola-. Me dedico una dulce sonrisa. -¿Pero? ¿Cómo? Pp… Pp…- Empecé a balbucear-. -Llámalo como quieras, yo lo llamo milagro.

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